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jueves, abril 06, 2006

6

Definanlo como sea,
pero yo no puedo dejar de buscarlo en la calle,
no puedo dejar de esperar que me llame los viernes (como era su costumbre),
no puedo dejar de oler su ropa,
no puedo dejar de odiar los claveles.
Pienso que voy a terminar internada en un psiquiatrico si sigo asi.

Y el principio de úlcera que una vez mas se hace presente,
y éstas lagrimas que no pueden borronear tinta como en otros papeles que guardo,
y ésta bronca por sentir que a todos los de mi alrededor que eran cercanos a él les importa un carajo,
muerte y listo, el olvido descendiente del avestruz.

Nadie pero nadie puede ser capaz de sentir lo que siento desde el 6 de noviembre.
Ni se preguntan que será de la sonrisa que yo tenía antes,
tanto... tanto cambié que no me reconozco.

Estos cambios repentinos de humor,
este ausencia con recuerdos,
balance,
principio.

Me pregunto donde habran quedado esas ganas de luchar contra todo,
si, ya sé, renunciaron al verse peliando con la muerte.

Aquel día hice un pacto con la vida, pero su enemiga no deja de fabricarme pañuelos.
Haditas