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miércoles, septiembre 20, 2006

: Se alejó en busca del permiso adecuado.
De la misma forma con la que convencía a sus clientes, con las palabras exactas sin dejar de lado los porqués.
Entonces, despacito como buscando un fruto recién nacido, se sentó a su lado y la convenció de que era la magia, se llamaba magia, parecía una diversa magia y actuaba como tal.
Le regaló el trono de un hechizo propio y pudo sentir que no necesitaba más que ese tipo de regalos y esos tipos de “gracias”.
Por un lado le recitó sus incontables viajes y recorridos donde el sol era lo único que marcaba un mapa de llegadas, llegadas y más llegadas.
Él nunca partía, no se trataba de eso, siempre quedaba la magia por cada estación.
Decidía impactar como un rayo al caer de un avión en medio de la gente.
Ella se dejó llenar de luz los ojos.
Creerse a salvo detrás de un marcompuesto por riesgo.
El sol les mostró abrazos dulces, claros.
Parecía envolver entre pulseritas una persona y una magia. :

Mariana Avalos
Haditas